La importancia de un nuevo liderazgo empresarial en las épocas de crisis
Me despierto y de las primeras cosas que hago es mirar el móvil para saber qué está pasando en el mundo: a mi familia, a mis amigos, a mi compañera o las noticias del mundo. Me levanto y desde la radio, internet o la TV continúa el mismo bombardeo de ayer o mayor. Me siento muy saturado de información y propuestas para trabajar mejor, ser más productivo o al menos tanto como antes de la emergencia sanitaria.
Decido apagarlo todo y romper con esa dinámica de hiperestimulación mental. Quiero apagar eso, y conforme lo digo me estoy entreteniendo con un mensaje de WhatsApp o Telegram… Corto inmediatamente. Es momento de parar y mirar adentro, así que vamos a ello, ¿por dónde empiezo? Espera, a ver qué dicen los coachs por internet… Un momento, ¿otra vez? No, no, ¡para adentro!
Voy a meditar, a conectar con mi yo interior o profundo… ¿Le pregunto a mis socios? Ay, ya estamos otra vez… ¿No puedo intentarlo solo? Voy a comentarlo con mi mujer que ya está levantada, seguro que ella sabe algo… Oh, ¡no! ¿De nuevo escapando de ir hacia dentro?
Sí, ¿no será esto una invitación a ir hacia dentro, hacia mi yo más profundo, mi yo con el que me identifico menos?, ¿un yo más callado, más sereno, más presente en cada momento, más tranquilo, y más sobrio? ¿Menos callejero y social, más reflexivo y casero? ¿Menos di-vertido quizá, más uni-versal? ¿Más en mi centro, menos esclavo del juicio de las demás personas? ¿Más consciente de mis necesidades y carencias, menos inconsciente de automatismos y respuestas programadas? ¿Más consciente de las necesidades del mundo, de mi empresa y de las demás personas, pero desde mi propio centro, desde lo que puedo aportar y soy? ¿Más meditativo, menos ejecutivo?
¿Acaso esta parte de mí no está algo olvidada? Con lo que me gusta a mí hacer, producir, ordenar los recursos de la empresa, y, si no lo hago, ver una peli o una serie, leer alguna revista o un ensayo interesante. Contratar una nueva plataforma de contenidos digitales para no dejar de salir de mí; la cuestión es no adentrarme en mi interior, no aceptar la invitación a ir para dentro, a conectarme con mi propio canal interno de comunicación o con mi propia plataforma de entretenimiento. ¿Qué ocurre para que me cueste tanto? ¿Tan importante es todo lo que tengo que hacer, o es que es menos aburrido que mi programación interna? ¿Tan reprimida tengo esa parte reflexiva de mí? ¿Acaso el nuevo liderazgo empresarial que está emergiendo no requiere de meditación profunda y serena?
Y, en mis grupos de referencia, familia o amistades, ¿qué sucede? ¿Por qué esa necesidad de conectarnos? Y si no lo hacemos ¿nos deprimimos? ¿Por qué nos bombardeamos con propuestas, como en tantos otros grupos de WhatsApp, para seguir haciendo más y más cosas? Como en la famosa comedia de los Hnos. Marx, ¡más madera! ¡Que no pare la máquina ni bajo el estado de alarma, ni por la pandemia! ¿Por qué nos cuesta tanto parar, respirar conscientemente y rebajar el ritmo?
En la empresa, ¿qué medidas estamos adoptando? ¿Nos hemos tomado un tiempo para meditar, reflexionar, sentir, valorar la situación y lo que queremos hacer? ¿Nos hemos tomado el pulso internamente antes de lanzarnos a una carrera de apresuradas medidas? ¿Cómo se puede ejercer el liderazgo en esta organización? ¿Cabría llamar liderazgo a una actuación que no tenga en cuenta todos los elementos necesarios para operar como empresa? ¿Qué importancia tienen las personas en nuestro entorno empresarial ante la crisis del COVID19? ¿Estamos escuchando a todas las partes que componen el ecosistema empresarial? ¿Qué tienen que decir de todo esto nuestros colaboradores esenciales (cualesquiera que fueren en nuestra empresa, en unas serán los propios trabajadores, en otras, los proveedores)? ¿Y nuestra clientela, hemos facilitado cauces para que nos hagan llegar sus opiniones y necesidades?
Y más profundamente, ¿nos estamos planteado qué cambios introducidos a causa del estado de alarma y el COVID19 podemos adoptar definitivamente a partir de ahora? ¿Cabría reducir gastos en transporte (reduciendo paralelamente nuestra huella ecológica, nuestras emisiones de CO2) de aquí en adelante, gracias al teletrabajo? ¿Pudiera ser que con menos horas de trabajo en esta empresa el personal pudiera hacer lo mismo que antes del confinamiento, facilitándole así unos ritmos más humanos? (¿Podrán estas personas saber parar y recibir ese tiempo para rebajar su propio ritmo, o lo dedicarán a seguir haciendo más y más cosas, incluso acelerándose con otras aventuras económicas, o con el pluriempleo?)
Globalmente, ¿acaso no podría esto ser una suerte de parada biológica, de la que tanto podría andar necesitada nuestro planeta? ¿Acaso no es buena idea dejar de producir y explotar el planeta del modo que estamos haciéndolo? ¿No merece la pena cambiar algunos hábitos de consumo, rebajarlos, contribuir a la reducción de nuestra huella ecológica?
¿Funcionaría o cambiaría algo si a partir de ahora nos dedicáramos un ratito al día, 5 minutos por la mañana o por la tarde, a no hacer nada, a parar, a dejar la mente en blanco, a conectar con nuestro propio yo y nuestros sentimientos y emociones? ¿Seríamos capaces de intentar esa meditación individual y colectiva? Lamento tener más dudas que certezas, pero ¿acaso no es este un buen momento para meditar sobre ellas? ¿Acaso esta profunda sensibilidad reflexiva no sería una de las notas características del nuevo liderazgo empresarial que el COVID19 está ayudando a emerger?
Sobre el autor: David J. Pardo Arquero es abogado, especialista en derecho laboral y de empresa, facilitación y desarrollo organizacional. Es colaborador honorario de la Facultad de Ciencias del Trabajo de la Universidad de Córdoba y docente en el Máster de Dirección Estratégica de Recursos Humanos de la Universidad de Córdoba