A día de hoy tenemos a nuestra disposición un gran número de indicadores que nos permiten conocer cuál es la salud de nuestra empresa. En este caso queremos centrarnos en uno de los más importantes, ya que nos muestra de una manera clara la situación real y actual de la empresa, el cash flow o flujo de caja.
El cash flow muestra la acumulación neta de activos líquidos en un periodo determinado y, por lo tanto, constituye un indicador importante de la liquidez de una empresa. A este dato tenemos que sumarle las amortizaciones y las provisiones, ya que las amortizaciones son un coste que no supone una salida del dinero. Contablemente suponen una minoración del resultado del ejercicio, pero no implican un desembolso. El efectivo, la tesorería sigue ahí. Ocurriendo lo mismo con las provisiones.
Aunque parezca un indicador claro de la capacidad de hacer frente a los pagos de la empresa y por tanto de la salud que goza debemos tener en cuenta el devengo. Ya que muchas veces se contabilizan las facturas de una venta que aún no hemos cobrado, porque se aplazan en el tiempo y en el peor de los casos, en el que nunca se llegarán a cobrar, incrementando el dato positivo del indicador pero alejándolo de la realidad. De ahí la necesidad de complementar siempre los datos con el estudio de otros indicadores como los flujos tesorería, el PER o el EBITDA