La mediación es un proceso al que se acude de forma voluntaria en la que dos o más partes que están inmersas en un conflicto se someten a un profesional imparcial para que éste, bajo sus propias conclusiones, pueda llegar a resolver sus diferencias.
Este procedimiento busca obtener una solución válida para ambas partes, a diferencia de un juez en la que las partes han de someterse a la resolución dictada y a su cumplimiento, en la que una parte gana y la otra pierde. La mediación ofrece la oportunidad de evitar someterse a un litigio, con el consecuente ahorro de tiempo y dinero frente a ejecutar un procedimiento legal completo.
El mediador actúa como un facilitador de la comunicación, estableciendo pactos que solucionen o alivien las situaciones de conflicto, con la consecuente liberación de carga de trabajo a los tribunales. La mediación se puede aplicar en multitud de campos, desde el familiar, las separaciones y divorcios, las adopciones, conflictos en comunidades de vecinos o en conflictos escolares.
Cuando las partes alcanzan un acuerdo, los extremos de éste son revisados, reflejados por escrito, y firmados por todas las partes. Como tal, un acuerdo puede ser legalmente vinculante, y por ello, explica a las partes su grado de compromiso con el acuerdo alcanzado.